Ausente sentido

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Se levantaba cada mañana y ahí estaba mirándolo fijamente, llena de pelusas. Salía de su cuarto y parecía como si lo siguiera con la mirada; cuando volvía a entrar, más rojos estaban sus labios para hacer notar su sonrisa. Compartía con ella cada una de sus intimidades, sus secretos más ocultos.
Creció pensando que dentro de aquella muñeca se encontraba alguien observándolo; grandes ojos fijos que se situaban en los suyos como un imán.
Comenzó la época de colegio y no hubiese soportado no verla tan seguidamente como de costumbre pero tendría que hacerlo, no se ve muy bien un hombre con una muñeca en la mochila; que lastima que no se acostumbró.
Necesitaba su celestial mirada para sentirse seguro en ese mundo en el que se aventuraba, y sin dudarlo, le arrancó los ojos. Aquellos grandes luceros se veían vacíos sin el contexto al cual pertenecían, pero su vida dependía de ellos.
Desde ese día, fue lamentable levantarse cada mañana y no ver su muñeca observándolo; sólo era una muñeca, y solos estaban los ojos en algún lado mirándolo.
Cargaba aquel par de ojos celestes siempre con él, a donde fuera, pero su habitación estaba oscura, con una muñeca sin vista que no podía ver sus secretos, y aún así, sonreía.
No soportó ver sus labios con cierta ironía, como si ella estuviera feliz así sin ver nunca más algo de él; los arrancó, los guardó en su cajón.
Pronto, no puedo contener la desesperación de saber que podía oírlo, y quitó sus orejas; fue peor ver sola una nariz en aquel rostro, y no dudo en extirparla. Después de un tiempo nada quedaba de lo que algún día fue su tierna compañera de intimidades, y temía abrir el cajón para no encontrarla desarmada.
Es verdad que los objetos no sienten, pero no hace falta decir que aquel objeto no era normal, quizás era algo mucho más que eso y no había querido darse cuenta, no se daba cuenta de cuánto lo quería y no cómo había destrozado su cuerpo, si no sus ilusiones.
Lo único que seguía presente día a día eran los ojos ya sin mirada. Hasta que ya no pudo más y abrió su cajón con la intención de reconstruirla; pero lo que ahí vio fue una muñeca ya reparada, con una expresión completamente horrorosa, algo así como maligna, debe haber sido por su sed de venganza.
Para su sorpresa, el par de ojos que jamás habían dejado de mirarlo se encontraban a su lado, con la vista fija. “¿Qué es lo que observan?” “¿Por qué no dejan de mirarme?”. No podía contener todo esto, no era normal lo que pasaba, pareciera como si se estuviera volviendo loco. Así debe haber sido, porque no lo pensó dos veces antes de busca desenfrenada mente un cuchillo. Si hubiesen sido ustedes quienes vieran esta escena, no se hubieran imaginado jamás el hecho que estaría por ocurrir. Parecía lunático viendo ese par de ojos, cuchillo en mano. Así se saco los suyos, mientras la sangre caída a gotones. Esta vez quería que tomaran lugar en el espacio que dejaba en su rostro, aquellos ojos artificiales y saber de una vez por todas que tanto observaban.
Que lamentable hecho, en realidad él era una buena persona, pero no se comportó como debía con su “amiga”; así quedó antes de morir, y ciego, pero la muñeca de trapo, ya había cobrado venganza.

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