Y habló el viejo
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Nadie lo creerá
pero ayer
mientras ojeaba los días
colgado vi a un niño de aquella estrella
a la orilla del cielo.
Se caía el niño
divertido en su juego peligroso,
atado a un sueño lejano
disfrutando por ganarlo.
Ni asustado el pequeño
con mi alma en pedazos
pero ni mis gritos escuchó
de socorro y de espanto.
Columpiado de una estrella,
quién lo diría,
pero bueno
es astuto el chiquillo:
soñó con el cielo,
y salió a buscarlo.
¿ y puedo ?
Pregnté,
me miró defraudado.
Lo siento,
chilló el mocoso,
a su edad los sueños
se fueron ya lejos.
De acuerdo,
pequeño,
olvidé cómo hacerlo.
Váyase viejo,
no amargue mis años
con los suyos,
tráguese su vida
a sorbos.
Lamente sus penas
y glorias inalcanzables,
olvide la convicción
de un paso y la ternura
de una mirada.
De mí queda un río largo con peces,
un cielo donde las estrellas sirven de colmpios
y no de horcas,
queda dulzura y fuerzas
para no avergonzarme de la palabra
espe
ran
za.
pero ayer
mientras ojeaba los días
colgado vi a un niño de aquella estrella
a la orilla del cielo.
Se caía el niño
divertido en su juego peligroso,
atado a un sueño lejano
disfrutando por ganarlo.
Ni asustado el pequeño
con mi alma en pedazos
pero ni mis gritos escuchó
de socorro y de espanto.
Columpiado de una estrella,
quién lo diría,
pero bueno
es astuto el chiquillo:
soñó con el cielo,
y salió a buscarlo.
¿ y puedo ?
Pregnté,
me miró defraudado.
Lo siento,
chilló el mocoso,
a su edad los sueños
se fueron ya lejos.
De acuerdo,
pequeño,
olvidé cómo hacerlo.
Váyase viejo,
no amargue mis años
con los suyos,
tráguese su vida
a sorbos.
Lamente sus penas
y glorias inalcanzables,
olvide la convicción
de un paso y la ternura
de una mirada.
De mí queda un río largo con peces,
un cielo donde las estrellas sirven de colmpios
y no de horcas,
queda dulzura y fuerzas
para no avergonzarme de la palabra
espe
ran
za.
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