Poema

18:46 Edit This 0 Comments »

Las mujeres también decimos

Si de pronto se asoma en labios de la dama

el innombrable, descarado, desacierto escondido en la mente

que teme siempre salir a la luz

de una mirada desconcertada;

más vale no detener la osadía rebelada

de aquella dama cautelosa

que de hablar no sonroja ni los labios,

para decir palabras ilícitas sancionadas con tan solo el exilio

de señorita maleducada.


Para todos ustedes,

las mujeres decimos sexo,

decimos mierda me pegué,

las mujeres fuera de la hipocresía,

dentro del mundo o como quiera usted.

Si el varón desvergonzado puede

y por qué yo no decir,

fuera de la sutileza mal resuelta

que no soy sucia dama de mala lengua;

las mujeres somos hechas de carne,

de hueso y de sentir;

por qué mirarnos como el azúcar para el café

pudiendo ser más que el agua para el té?.

Me sigo preguntando si un orgasmo

es sinónimo de la placer, o si porsiacaso

podemos temer romper o salir

del bochorno ocasionado.

No,

dada de eso,

puedo yo misma responder,

yo que hablo de realidad

ni como la menor clandestinidad;

porque por mujer muy llorona,

con pechos, vagina y menstruación,

de qué debo callarme la boca

sin ninguna discreción.

Para que todos sepan aquí en mi poema

que de mujer todo hay, debajo de mi falda

o quién sabe, preguntarás.

Bien claro, hijo de puta

sin ninguna vergüenza,

te hablo claro y directo como lo hacemos

en mi planeta;

las mujeres que en conjunto hablamos

de lo que queramos, en definitiva.

Ahora claro,

si mi sonrisa es pura y sencilla

no me quites la alegría de la vida,

bien sabemos que lo que digo será siempre

Poesía.



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Lluvia

15:44 Edit This 0 Comments »

Como la lluvia que riega todos lo campos, he aquí el momento en el que el aire se vuelve transparente y declara la guerra entre el cielo y la tierra. Como un día de lluvia llegó la batalla, y nadie quere salir al combate; todos prefieren no lavarse la cara del humillado maquillaje brulón; detrás del anhelado paraguas, que sin parar corta los gritos que caen sobre los rostros para decirle al mundo qué esconden esos ojos, que simulan apatía a los océanos evaporados, como los mares de lágrimas. La lluvia que cae como espanto entre la multitud desdichada, que nadie sale, y a esconderse en sus hogares.
Hoy llegó un día de lluvia pero no a tocar nuestra puerta, si no más bien nuestro techo, desea comprobar si queremos abriles y limpiar la mente.
Maldito día de lluvia, que nadie lo llamó, y desnudos lo resivimos, como si un resfrío al cuerpo pudiera enfermar más que el acumulo de una vista cegada.
¡Alerta! que el cielo llora para todos, y sus lágrimas nos declaran la guerra. Como si pudieran evitarlo, todos corren a buscar techo, el escudo perfecto, a la sangre del cielo.

Llueve
Llueve

¿hay cómo las gotas de lluvia en la cara?
yo diría que la música de la lluvia podría enbriagarnos a todos si supiéramos escucharla.
Estoy borracha.

De todas maneras nada se compara al arcoiris que asoma temeroso a la vista de todos; después de la lluvia, todos salen satisfechos creyendo que han ganado la batalla, pero de la cara caen a pedazos las evidencias de la derrota, y con sus sonrisas irónicas vuelven a la rutina, de todo, de lo mismo y de nada, a la calle la gente, despreocupada.
No importa, callado mira el aroiris detrás del cielo, y se aleja con su usual risa dejando quizá rastros de su triunfante alegría.