Epílogo creciente

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Del parrón nacen las uvas prontas al vino
y miles de pasas permanecen calladas.

Querer al diente duro de leche ver
y una lengua mojada a oscuras,
como el jugo de venas que esconde la piel
y las cicatrices que suenan en las muñecas.

El lienzo de alegría que tiñó el cielo
azúl como el mar y blanco
como del paraíso el sendero.

Del parrón nacen las uvas prontas al vino
y miles de pasas permanecen calladas.

La cintura suelta, fugitiva y cantora
del ritmo autista perdido en el viento,
suena la cuna que mese vacía
y crece la niña que baila tranquila.

Un paso al frente el obrero,
abran paso al supremo hombre
que se asemeja a un carpintero.

Del parrón nacen las uvas prontas al vino
y miles de pasas permanecen calladas.

El gato duerme en brazos de las arrugas
que ausentan la criatura lejana,
en un camino desangrado de lágrimas,
peludo silencio de lenguas calladas.

Los dedos al cuento que acarician
una flor de tallo y hoja,
con una espina de vida rota.

Del parrón nacen las uvas prontas al vino
y miles de pasas permanecen calladas.

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